domingo, 27 de marzo de 2011

BOTÍN for president

"llámame Emilio" fue el principio de una bella amistad, que lleva camino de ser eterna, creo que para nuestra desdicha. Es evidente que el cántabro se siente a gusto con un presidente débil que le mira con el arrobo de quien se dice "adonde he llegado, si este fulano me recibe", de quien se sabe un advenedizo encastrado en quienes pisan la verdadera moqueta del poder. No chiquilicuatres como Vara o Barreda de quien la Historia, con mayúsculas, no dará ni un renglón cuando se les acabe el momio de la propaganda institucional. El mismo Botín, haciendo el papel de Yavhé conduciendo a ZP, cual desorientado Moisés hasta las mismas puertas de las elecciones de 2012. No es difícil hacer una correlación entre lo que es un teatro de marionetas, y la relación entre Botín y ZP. El "rojo" de toda la vida, al final ha encontrado el rojo en los tirantes y la corbata de Botín, simbólicas bridas para su camino tutelado. La verdad, es que tras la reunión del G 45, nos podíamos ahorrar el sueldo del presidente del gobierno.

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