lunes, 13 de diciembre de 2021

La maldad según Dostoievski “Hay secretos que confesamos a unas pocas personas, otros que no confesamos a nadie y nos atormentan en la clandestinidad, y aquellos que, como la maldad, pueblan las profundidades más recónditas y escondidas del alma”, escribe el ruso en “Memorias del subsuelo” Por Antonio Fernández Vicente 8 de Diciembre de 2021 Fiódor Dostoievski, según Vasily Perov (1872) Fiódor Dostoievski, según Vasily Perov (1872) ¿Por qué nos hacemos daño los unos a los otros? Para Dostoievski, la maldad era un secreto inconfesable. Decía en Memorias del subsuelo que hay secretos que confesamos a unas pocas personas, otros que no confesamos a nadie y nos atormentan en la clandestinidad, y aquellos que, como la maldad, pueblan las profundidades más recónditas y escondidas del alma. La humillación y el orgullo En gran medida, la maldad y el odio proceden de la ofensa y la humillación, de un orgullo herido. Al escribir sobre Dostoievski, el escritor André Gide apreciaba que “la humildad abre las puertas del paraíso; la humillación las del infierno”. El orgullo implica el ansia de superioridad y es el núcleo moral del narcisismo, del que brotan la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno y el menosprecio. La herida en el orgullo desencadena frustraciones y resentimientos que roen la conciencia. Sufrir vejaciones y ver arrebatada la dignidad pueden ser la antesala para el surgimiento de ignominias y ruindades. Una sociedad que humilla multiplica las maldades entre los humillados. El odio engendra odio y la miseria material puede conducir a la miseria moral, como leemos en Humillados y ofendidos. En El diablo, Giovanni Papini observaba que “quien está más alto también está más sujeto a la soberbia”. Y si Lucifer fue castigado por su orgullo, “sepultado y confinado en las ilimitadas oscuridades de la soledad y del odio”, ¿qué pensar del deseo ilimitado de estar cada vez más arriba?, ¿de fundamentar nuestras vidas en el éxito, la parásita ambición y la envidia, y temer el fracaso más que nada? El desprecio En Crimen y castigo, la altivez y el endiosamiento hacían que Raskolnikof no tuviese reparos a la hora de asesinar a una anciana por considerarla un obstáculo en su camino. Para la maldad, los demás no son sino instrumentos que se oponen a sus fines, cosas que hay que sacrificar para alcanzar el éxito. Se les desprecia porque no se les reconoce como seres humanos, sino como objetos de los que servirnos. Y quien desprecia se siente superior, experimenta un placer voluptuoso al ejercer dominio. La filósofa Hannah Arendt La filósofa Hannah Arendt Incluso la maldad y el desprecio absoluto de los demás pueden banalizarse y hacerse cotidianos. La maldad puede convertirse en una rutina a cumplir, como explicaba la filósofa Hannah Arendt a propósito del paroxismo del mal que fue el nazismo. Y ese desprecio desmedido también era lo que, en el cuento “Vlas”, hacía que dos campesinos pugnaran por la hazaña de cometer la fechoría más vil. Lo que los impulsaba era “la necesidad de llegar al límite, de ansiar sensaciones fuertes que conduzcan al abismo”. El aburrimiento y la libertad Si no tuviésemos libertad para decidir cómo somos, no existiría la maldad, tampoco la virtud. En los personajes de Dostoievski se libra la cruenta lucha interior que nace de la capacidad de elegir nuestro destino. Y en ocasiones se elige la infamia, aunque sea para salir de la rutina. Tal vez sea esa necesidad de romper con la monotonía lo que nos lleve a la lucha con los demás. Tal vez así se justifique esa tendencia nuestra al rechazo del reposo y la tranquilidad. Tal vez porque gran parte de las maldades nacen del aburrimiento, porque prefiramos la ocasión de hacer el mal a la de no hacer nada. Y tal vez por eso decía Blaise Pascal: “Todo el mal humano proviene de una sola causa, la incapacidad del hombre para quedarse quieto en una habitación”. Elegimos lo abyecto seducidos por la fascinación de la transgresión, de lo que contraviene la norma y la ley. Leemos en Los hermanos Karamazov: “No hay nada más seductor para el hombre que el libre albedrío, pero también nada más doloroso”. En este sentido, los personajes de Dostoievski se emparentan con la filosofía existencialista de Jean Paul Sartre: “Estamos condenados a ser libres”. Ilustración de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde", la obra de Robert Louis Stevenson Ilustración de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde", la obra de Robert Louis Stevenson Amor y odio Los personajes de Dostoievski nunca son planos ni superficiales. Atisbamos en ellos la profunda y paradójica dualidad del ser humano, su compleja contradicción, porque confluyen en una sola persona dos caracteres opuestos e indisolubles: el bien y el mal. Así es como, en Los demonios, el personaje de Stavroguin señala que siente igual satisfacción al desear hacer una buena acción que al desear el mal. Los extremos se tocan y la belleza acaba por fundirse con lo grotesco. En Dostoievski, la virtud y la maldad son simultáneas. Así lo leíamos en Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson: en una sola persona hallamos la contradicción del cielo y el infierno, la luz y la sombra de los claroscuros de Rembrandt. Se trata de la oposición entre una inclinación a la unión y el ansia de destrucción. Es lo que Sigmund Freud llamaba Eros y Thanatos: pulsión de vida y de muerte. Antes que nada, Dostoievski buscaba la plenitud, la vida infinita. Por ello mismo le resultaba insoportable dejar de lado su dimensión perversa y envilecida. Habría sido algo así como despojarlo de una de sus partes fundamentales. Sus personajes se arrojan al precipicio moral, a la crueldad y al libertinaje de la maldad. Y así lo advertía el escritor Stefan Zweig: “Vivir correctamente significa para él vivir intensamente y vivirlo todo, lo bueno y lo malo a la vez, y en sus formas más intensas y embriagadoras”. Franz Kafka Franz Kafka Dostoievski exploró esos abismos de la perversidad en toda su crudeza. Revelaba la verdad secreta de la maldad, ese lado que nadie quiere mirar cara a cara. Su lectura no resulta fácil ni cómoda, exige el compromiso afectivo del lector. Puede ser que lo que nos descubra no sea en efecto de nuestro agrado, que incluso nos repugne. Pero, como observaba Kafka, “un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. Y, sin duda, Dostoievski provoca una turbación interior en quienes se atrevan a leerlo. Un sueño Leemos en su novela El idiota que hemos nacido para hacernos sufrir los unos a los otros. No obstante, en El sueño de un hombre ridículo, quizá el más bello de sus cuentos, un hombre al borde del suicidio sueña un mundo de armonía desprovisto de inhumanas bajezas. Y aunque sea una ilusión utópica, un paraíso inalcanzable dada nuestra naturaleza, ese “hombre ridículo” al que no le importaba nada ni nadie acaba por decir: “No quiero ni puedo creer que el mal sea una condición normal en las personas”. *El autor es profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad de Castilla-La Mancha

jueves, 11 de noviembre de 2021

“GEORGIA O KEEFE" ROXANA ROBINSON BEGOÑA SOPENA FUSTER Esta biografía desglosa la vida de la pintora americana Georgia O ́keeffe (G.O.), de carácter independiente y fuerte, nace en Wisconsin en la segunda mitad del siglo XIX ,en una casa de campo donde crece en una familia numerosa, con los que se relaciona a lo largo de la vida. Con 26 años, estudia arte y trabaja de profesora en la Universidad de Virginia y simultáneamente trabaja su pintura. Conoce a Alfred Stieglitz 23 años mayor que O ́Keeffe, se enamoran y se casan. Se dedican a trabajar el arte, él la fotografía y la coordinación de su galería de arte y ella a trabajar su pintura y llevar la casa. Conviven entre New York en invierno y la casa de familia de Alfred en las montañas en verano. El es muy obsesivo en sus costumbres y no le interesó tener hijos, consiguió convencer a Georgia para que no los tuviera. Pero G.O. se deprime y se va a vivir una temporada a Nuevo México donde desarrolla una obra muy inspirada. Alfred ejerce una gran influencia en G.O., animándola como pintora, como pareja y como galerista, consigue elevar, valorar y preservar la obra de G.O. a través de su trabajo y sus buenos contactos tanto financieros como artísticos. G.O. atraviesa varias depresiones, y enfermedades que la alejan de la pintura un par de años Las infidelidades de Alfred, la distancian de él, por largas temporadas en la casa del lago de la familia de Alfred en las montañas y en Nuevo México donde pasa largas temporadas, hasta compra una casa donde acaba sus días. Ella le sigue leal a Alfred hasta su muerte y tienen una buena relación por carta, telegramas y por teléfono cuando este aparece en la sociedad Tras superar sus enfermedades vuelve a New York y decide tomar las riendas de su vida, y Alfred pasa a ser su asesor en pintura y exposiciones. Alfred S. fallece a los 85años, pero O ́keeffe lo cuida hasta el final facilitándole con enfermeras y asistentes la compañía que necesita para cubrir su día a día. Tras su desaparición Georgia documenta toda la colección del galerista y su gran número de cartas y hace donaciones a distintos museos. Se compra una casa y construye un huerto en Aicuhi Nuevo México. A los 62 años empieza a viajar por Europa tras morir Alfred. Juan Hamilton, 60 años más joven que G.O., es su último asistente doméstico ,se crea una gran dependencia entre ambos(afectiva y laboral), ella padece mácula en los ojos que le produce una pérdida de visión, pierde también facultades mentales propias de la edad. Hamilton es ceramista y consigue que modifique G.O. su último testamento, pasando a ser su asesor como galerista y como gestor de sus finanzas. Como pintora G.O., consiguió recopilar gran cantidad de dinero y obras de arte así como documentos biográficos que enriquecieron la herencia de O ́keeffe. El testamento último fue recurrido por la familia. Este libro resulta curioso , la historia ha sido sacada de una gran cantidad de cartas que escribía Georgia: a Alfred, a sus amigos que fueron muchos y muy bien relacionados en el mundo del arte, a sus familiares, a sus asistentes, que también tuvo varios a lo largo de su extensa vida, cartas a sus asesores financieros , las citas de las cartas están bien insertadas en la biografía y le dan frescura al texto. Hablan estas cartas de los sentimientos y las relaciones humanas de la protagonista (muchas y variadas), del arte de crear y pintar a su modo , muy personal y nada convencional, de saber valorar las obras, de la gestión , de la promoción y ventas, es enriquecedora su lectura sin dudarlo. Muere el 6 de marzo de 1986 con 98 años, es una larga vida dedicada intensamente a su pintura. Una buena biografía , de una excelente pintora, 462 páginas apasionantes de una buena escritora. Huesca 19 de septiembre de 2021
EN LOS EXTRAMUROS DE ZARAGOZA. POEMAS ESCOGIDOS DOLAN MOR Lectura del poemario de Dolan Mor “En los extramuros de Zaragoza. Poemas escogidos” Al leerlo la cabeza transcurre por sus páginas de forma pausada. Los primeros poemas interesantes, inteligibles, algunos incluso demasiado cultos como el mismo autor confiesa que comentan de sus textos, en un poema al final del libro. Luego tiene unos poemas menos inteligibles, donde juega con palabras y construcciones de su invención, este es el tramo del libro más dificultoso de leer y los últimos poemas son bonitos, profundos, personales y bellos. Poemario que realmente contiene poesía interior cosechada de su trabajo día a día, su imaginación y sus grandes lecturas. Total 101 páginas de poesía Begoña Sopena Fuster

martes, 16 de marzo de 2021

Junichiro Tanizaki: “La gata, Shozo y sus dos mujeres”. Editorial Siruela. 152 págs. Recomendado para amantes de los gatos y, sobre todo, de la buena literatura. Cuenta la situación de un hombre que siente devoción por su gata. Su primera esposa desea obtener “la custodia” de la misma, perdida tras el divorcio, y su nueva cónyuge siente unos celos enfermizos del felino, por lo que desea librarse del animal al precio que sea. La acción transcurre en el Japón de principios del siglo XX y, como casi todo en su cultura, cuanto más sencilla es la superficie de la trama, más extravagante es el fondo. Leyendo cada página sentía que lanzaba una piedrecita al agua, imposible detener las ondas multiplicándose pero ¿quién sería tan loco de intentarlo? HERMI DIONIS