miércoles, 19 de enero de 2011

TIEMPO DE PATRIOTAS

No me gusta Aznar. Su impostura, su certeza dogmática, si incapacidad para la duda. No me gusta el fondo de su discurso, demasiado plano y rígido. No me gusta su petición de austeridad y su cobro sin problemas de conciencia de importantes emolumentos de compañias privadas. Me resulta demasiado contradictorio. Pero hay que reconocerle un acierto en algunos diagnósticos, el último de ellos el expresado sobre la inviabilidad del actual estado autonómico. Es algo tan evidente, tan repetido, que parece mentira que se levante un revuelo ante lo obvio, lo diga Aznar o su porquero. Y tal vez haya que coincidir hasta el fondo de su argumentación que no solo es un problema de despilfarro, sino de concepción, cuando coexisten un conjunto de autonomías que no están dispuestas a compartir los mismos criterios distributivos, véase los cupos, el nuevo estatuto catalán y las pretensiones de todos los demás. La Constitución del 78, me temo, sirvió una vez más para cerrar un capítulo, no la totalidad de un libro. La viabilidad confederal de un estado se basa en el patriotismo de todos sus miembros, o en su inteligencia para defender intereses comunes, entre ellos económicos, tal y como creo que sucede en Suiza, o como han demostrado tras dos referendum en Canadá. Pero los niveles de enconamiento de la política española, hacen inviable esos modelos. ¿Patriotismo?. Solo se entiende en clave nacionalista. Se puede ser patriota catalán perfectamente progresista, pero nos se puede ser patriota español sin ser tildado de "facha". Oigo por las tardes un porgrama de Radio Nacional, relativamente gracioso, que me "descomprime" del trabajo matutino. Lógicamnete sus locutores además de graciosos, son progres bienintencionados, zapateristas orgánicos un tanto vergonzantes. Hoy el programa se iniciaba con el debate de las lenguas en el Senado. En uno de sus apartados, llamado "El Ambientador" se superponen frases y música alegórica. Habla un senador del PSC, suena una canción emblemática del Lluis LLach resistente y antifranquista; habla una senadora vasca, suena la preciosa melodía de un bardo vasco; habla un senador gallego, se tuerce el gesto con "Onduriña", parece que el gallego exige menos seriedad que el catalán y el vasco; la voz de la senadora del PP que vindica el castellano como lengua de unidad, se ambienta con Manolo Escobar y el "Viva España". Todo está dicho.

Pero quiero referirme a otro timpo de patriotas, reflejado en las amenazas, un día sí, otro también de Mas, el presidente que nos hará pensar en Montilla como un buen hombre. Ante una colleja del gobierno por la abultada deuda de Cataluña y su imposibilidad de emitir deuda ( como se ha hecho con Murcia y con Castilla la Mancha )al bello Arturo, solo le ha faltado ponerse la cota de malla de Wifredo el Velloso, para vindicar del Estado los 10.000 millones que le faltan de no se que acuerdo firmado no se que tiempo, ni por quién. Y cuando el bello Arturo se envuelve en la senyera no hay patriota mas fetén que él. Es capaz de acallar su conciencia por el bien de Cataluña. Nunca mejor epitafio que la célebre sentencia de Samuel Jhonson sobre el patriotismo y los bribones.

También algunos patriotas ( y patriotos, dado que la mas dura fue Leyre Pajín ) se lanzaron al cuello de Aznar cuando dijo aquello que somos un país intervenido.No sé cual será su reacción ante un hecho como el nos da a conocer el camaleónico Anson. Me temo que el silencio solo les hace patriotos-as a tiempo parcial.

1 comentario:

J.T. Andreu dijo...

En el principio de los tiempos se nos prometió que las Autonomías no iban a suponer aumento de gasto, ya que las competencias del Gobierno Central se trasaldaban a las Autonomías, sin aumento de coste. Así de simple y asi de fácil. Pero lo que iba a ser una simple mudanza ha desembocado en un mareo de números rojos que a cualquier empresa privada le sonrojaría y le obligaría a cerrar po defunción. El problema es que no tuvieron en cuenta la idiosincracia de la raza española, sobre todo de lapolitica..y claro: He aquí el resultado. ¿Hasta cuándo, Catilina?