lunes, 18 de febrero de 2008

OIREMOS HABLAR DE KOSOVO

La incapacidad de decir la verdad es la característica común del nacionalismo, de cualquiera de ellos. Hasta el punto de que tiene que crear un vocabulario especial, una jerga propia, para poder sustentar la mentira que ¿esconde? su discurso. En su momento me impresionaron los Diarios de Victor Klemperer, donde va aportando los vocablos con que el nazismo fue conformando su obra mas conocida "La lengua del Tercer Imperio", los eufemismos, los neologismos que van alimentando el nuevo catecismo. Catecismo que a base de repetirse, acaba olvidando su origen bastardo y adquiriendo la pátina de antiguas y nobles palabras. Kosovo es el nuevo vocablo a enlazar con las ensoñaciones sabinianas. Hasta ahora un lugar perdido y a olvidar, nido de contrabandistas hijos de una historia atormentada y escasamente ejemplar. El destino ha querido que se convierta en prototipo deseado, en copia acrítica. Hace falta un mucho de amnesia y seguro que muy poco reparo para hacer paralelismos, pero no hay duda de que encontrarán las palabras adecuadas para sustentar la coartada.

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