jueves, 28 de febrero de 2008

CUATRO MUJERES

Sobrecogidos por la cifra de las asesinadas ayer no podemos olvidar el goteo casi diario. Emepiezan a darse cuenta de que las medidas voluntaristas no son suficientes para modificar la realidad. La ley, sin medidas adecuadas para la prevención del delito, se queda reducida a propaganda. La realidad de que una parte significativa de estos hechos se produzca entre inmigrantes, nos tiene que hacer reflexionar más sobre las necesidades de integración de ese colectivo. Integración educativa, cultural, que lleve a la aceptación del papel de la mujer en la sociedad occidental sea cual sea el particularismo de la sociedad de procedencia. La superioridad moral de la sociedad occidental, negada como imperialista, como xenófoba, comienza en ese lugar, en la libertad de la mujer para decidir su destino. A la mujer occidental le costó más de cien años de lucha conseguir una victoria parcial desde que las revoluciones burguesas hicieron de la libertad y la igualdad su mito generador. Estamos en condiciones de que las mujeres de otras culturas transiten menos estaciones en la consecución del reto de la igualdad. Demasiadas mujeres muertas ya nos lo empiezan a demandar. Y no volvamos a cometer el error de pensar que una ley, una comisión, una reunión de expertos nos van a dar la solución al problema. Es el trabajo de toda una generación.

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