lunes, 28 de junio de 2010

ALJUBARROTA NOVA

Hoy, a esta hora, debía estar hablando del Estatut y del incendiario llamamiento de Montilla. Pero no se lo merece, y además no me da la gana.

Pisé Portugal por primera vez en 1962, pasando por encima de la presa de Saucelle, donde los scouts estábamos de campamento. Llegamos hasta el puesto de los "guardinhas" que solo nos dejaron llegar hasta un escuálido bar que se encontraba en la carretera. Nos escoltaron, por ¿educación?, ¿por desconfianza hacia veinte scouts imberbes?. En aquel bar, ví por primera vez aquél cartel fantático: "Portugal no e meninho: e grande". Sobre un mapa de Europa, incluída la URSS, se superponía un mapa de Portugal, Angola, Mozambique, Guinea Portuguesa, Cabo Verde, Diu,Goa, Macao y Timor Oriental. Lógicamente la extensión de "Portugal" empequeñecía a la de Europa. Salazar, tan oscuro, tan pequeño burgués, deliraba en los colores desteñidos de aquel cartel. Los "guardinhas" bajaron la guardia y comenzaron a hablar de lo maravilloso que era Portugal en comparación de España: el vinho verde, el escudo entonces a dos pesetas el cambio, el café angoleño todavía objeto de contrabando en la empobrecida España, pero sobre todo Aljubarrota. Nos contaron la batalla, la vergüenza para los caballeros "espanhois" - no castellanos - corridos por las panaderas de Leiría. Aljubarrota, desde los finales del siglo XIV hasta aquél oscuro rincón de la "raya", entonces y ahora, la región mas pobre de Europa. Aljubarrota, el mito de aquellos "guardinhas", de aquel ensimismado pueblo portugués, embarcado con el español en trenes de tercera y maletas de madera, camino de Alemania.
Mucho mas tarde me fascinó Batalha, mejor inacabada que terminada, una "ruina" casi inglesa, erigida a mayor gloria de la eterna, mítica, Aljubarrota.He vuelto, como atrae un imán, una docena de veces a ese lugar que vio la primera guerra civil entre los pueblos ibéricos, y desde luego la mas definitiva entre los dos Juán I, el "nuestro" acompañado de su hueste poruguesa. Aljubarrota como eje de las espaldas enfrentadas de dos pueblos que no se entienden, ni quieren hacerlo.
Mañana, Portugal y España, se enfrentan en un partido de fútbol, que nos volverá a las primeras páginas heroicas en caso de que gane Portugal. Será una Aljubarrota Nova, con edificios mediáticos, montañas de papel, donde antes un pueblo edificaba uno de los monasterios mas hermosos de Europa. Si gana España, solo hablaremos del orgullo herido de Ronaldo, ni siquiera nos acordaremos de la Guerra de las Naranjas...no vaya a ser que con la derrota se acuerden de Olivenza.

2 comentarios:

Espartaco dijo...

Es terrible ¿no?

miguel angel de uña dijo...

Menos mal que la selección portuguesa ( que no Portugal ) ha jugado tan mal que solo les queda refugiarse en el fado. Sino tendríamos una reedición de la conjunción Portugal - Cataluña, que llevó a nuestro Imperio a dar las ultimas boqueadas. Realmente la Historia no se repite, se caricaturiza. Sabio D. Carlos.