Con frecuencia, el optimista antropológico que tiene dentro todo izquierdista que se precie de tal, se viene abajo, y se acude al manido y pesimista ser manriqueño del “cualquier tiempo pasado fue mejor”. La Huelga, con mayúsculas, con tinte sepia de grabado antiguo, de cartel de “Novecento”, ha quedado reducida a pinochianas afirmaciones de unos sindicatos desprestigiados, y a suspiros de monja de un gobierno que se alegra de su fracaso, pero no puede demostrarlo, no vaya a ser que se enfaden con éllos sindicatos, y le acaben haciendo el caldo gordo a la derechona. Una derecha tan jesuítica que le pone una vela a Dios – Soraya – y otra al diablo – Pons –, para que el esqueleto de la madurez tenga menos firmeza que un andamiaje de plastilina.
Crecimos con la Huelga Revolucionaria de la coja valiente, lúcida casi toda su existencia, Rosa Luxemburgo. Era la palanca para el cambio radical que precisaba la sociedad. A ella le salió el tiro por la bocacha de una pistola que empuñaba un fascista, que lo era ya sin saberlo. Pagó demasiado caro sus errores de los últimos de días, y sus espartaquistas acabaron dando el nombre a múltiples estadios en la Europa del socialismo real. Ese que hubiera mandado al gulag a Rosa Luxemburgo, después de haberla denigrado por coja, contrahecha y seguro que troskysta, además de palanganera de su inseparable Karl Liebneck.
Aunque es historia, hubo muchas llamadas a la huelga revolucinaria en la España de principios del siglo XX. Aquella de 1917, dirigida por el PSOE, Besteiro, Largo Caballero, Saborit y algunos otros, comité revolucionario desde un piso de Cuatro Caminos donde fueron cazados por la policía monárquica como perezosos en un campo de golf. No el Smolny, ni el crucero Aurora, un piso del barrio de Cuatro Caminos. Hubo algunos muertos, como siempre demasiados, pero aquel comité de huelga revolucionaria, no recuerdo que pidiera perdón por su inmadurez y su falta de valentía. Al menos hizo de Besteiro un fabiano convencido, único remanente de cordura y sensatez en un PSOE carente de ambos valores hasta .... la del 34 no fue tampoco su mejor momento.
Nos creímos aquella huelga siempre anunciada por el aparato carrillista, que significaría el fin de la viga carcomida del franquismo, siempre a punto de desmoronarse a los ojos objetivos de la emigración en Bucarest o Praga. Nunca llegó, Franco murió en la cama, el pueblo español calló en su gran mayoría y como he dicho en algunas ocasiones, los que no cumplimos los 55 tendremos que mirar cual fue nuestra responsabilidad en un final tan chusco para una izquierda que solo gana guerras tras 60 años de su final.
Aquella huelga de Marcelino Camacho y Nico Redondo contra Felipe González, dio alas a nuestra la fantasía retrospectiva. Que a las 00.01 chapara TVE, fue tan grande como si las masas tomaran el Palacio de Invierno, para eso habían quedado las expectativas revolucionarias . No cambió el modelo productivo, supuso una victoria parcial, que hemos acabado pagando con el asentamiento definitivo de una burocracia sindical, tan parecida a los aparachitky del socialismo real. Todas las demás han sido caminar hacia la decadencia, cuyo culmen se ha conseguido el día 8 de Junio de 2010. Leo en alguna parte, “victoria pírrica de los sindicatos”. Los periodistas también participan de la decandencia propiciada por la LOGSE. Pirro al menos ganó batallas, conquistó territorio, puso en aprietos al enemigo, hasta que sus pérdidas fueron determinantes. Esta huelga del 8 de Junio de 2010, me recuerda más a los partes que desde 1943 elaboraba el Ejército alemán en contínua retirada, “defensa flexible...reordenación de líneas...” y así desde el Volga hasta el Spree.
No veo a los dirigentes sindicales sumidos en la tarea fundamental de un izquierdista, la lectura crítica de lo realizado. Aquella autocrítica inquisitorial, puro síndrome de Estocolmo, con el que iniciábamos las reuniones de la célula del PCE. Sacan pecho a pesar de los magros resultados, y vuelven a amagar con una huelga general con letra tan pequeña como la traidora de los contratos de los bancos. Los tiempos no son los de Rosa y Karl, pero Méndez y Toxo, como nuevos mortadelo y filemón del sindicalismo, han deteriorado tanto la palabra huelga, demostrando estar a la altura de nuestros políticos cuando hablan de términos como voluntad popular y cosas por el estilo, en vez de hablar por boca de juan palomo, que es su actividad, no solo favorita, sino prácticamente única. Definitivamente la izquierda, de la que me considero parte, ha tenido mala suerte de embarcarse con un timonel como ZP, un segundo como D. José-Pepiño, una vigía estrábica con el timonel como Leire, y dos contramestres como Méndez y Toxo, más empeñados en contar las subvenciones que advertir sobre los peligros de la marea.
A veces, en días como hoy, con banderas derrotadas abarrotando las portadas de los periódicos, no quedan ganas de repetir aquello tan gramsciano de “superar el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad”. El problema es que la voluntad la tenía que poner alguien. Habrá que volver a la búsqueda con Diógenes.
5 comentarios:
La huelga es una herramienta, no es un fin. Estoy de acuerdo en la reflexión, en lineas generales. La huelga sirve para lo que sirve, es la respuesta en el tajo, en la empresa, pero no al problema político.
La huelga, como instrumento, al igual que el martillo, sirve para algunas cosas y par otras no. Por ejemplo el martillo no sirve para desatornillar.
La nueva sociedad del consumo, de la imagen, de la comunicación, de la información, necesita nuevos instrumentos y nuevas formas organizativas (artesanos) que empleen bien esos instrumentos.
El capital financiero no le preocupa una huelga en el sector productivo, le preocupa donde está el dinero.
Joder Espartaco, ¡qué bien has estado aquí! Y yo que te imaginaba sacando los tornillos a martillazos. Todos los días tienen sus resplandores.
Miguel Angel, has estado casi poético. Vaya pedazo de texto te ha salido. Ahora no voy a poder escribir nada yo hasta que 'se me pase'. Incluso has amansado a Espartaco, no te digo más.
Los análisis sobre temas puntuales pueden ser coincidentes entre diferentes posiciones ideológicas, lo que tampoco quiere decir tanto, amigo Carlos, el tema es el objetivo que se tiene a la hora de enfocarlos, es decir, su uso. Seguramente para la derecha tradicional y al uso, este análisis viene a ratificar o bendecir que los sindicatos son un instrumento del pasado que hay que superar.
Para la izquierda quiere decir que los sindicatos no son bastante, hoy en día, para superar el capitalismo.
Gracias por dejarlo claro Espar
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