jueves, 21 de julio de 2011

LA MANCHA

Camps será ministro del Reino de España si el veredicto del jurado que le juzgue el próximo otoño no le declara culpable, y el PP logra la mayoría suficiente como para enterrar el “efecto Rubalcaba”. Saldrá del tribunal incensado por su “rasgo” de dimitir a pesar de proclamarse inocente. Su calvario simbólico le servirá de alfombra hacia un ministerio. Nadie se acordará de que para hacer este camino, lo alfombró con la mentira, la mentira de no conocer al Bigotes en primera instancia, a ser su amigo del alma según fueron surgiendo filtraciones y grabaciones telefónicas. Pero a pesar de ello, llegará al ministerio, si Rajoy gana las elecciones. La mentira, que debía ser el mayor pecado de un político en una democracia, vende ya desde hace años como una vanalidad que no mancha, no corrompe, no provoca rechazo. Especialmente en el mundo mediterráneo, pero tampoco las democracias anglosajonas están para dar ejemplo. Recordemos aquel papelón del apreciado Clinton, negando que una fellatio constituya un acto sexual, después de haber mantenido que no hubo relaciones sexuales con la becaria. Del Watergate a la levedad de Bill, las sociedades occidentales han hecho del relativismo ético un valor. Las mentiras de Rodríguez Zapatero respecto a la negociación de la “paz”, han sido incluso conocidas a través de su testimonio, pero no pasará a la historia por ellas, sino por habernos llevado a un desastre económico sin paliativos.

El caso Camps, en cuanto a su déficit ético es paralelo al del vandálico senador Curbelo, flor de un día en la atención mediática tras su dimisión como Senador del Reino. Su falta de educación le obliga a dimitir como Senador, como pero puede permanecer como Presidente del Cabildo de la Gomera. Lo que es malo para la soberanía nacional, parece ser correcto para los gomeros. Curiosa teoría del departamento estanco, que le permite seguir silbando a costa del presupuesto, mientras no es digno de soltar sus trinos en la Plaza de la Marina Española, demostración palpable de cual es el servicio que el Senado presta.

Camps – Curbelo, haz y envés de una moneda cada vez mas falsa de una democracia, que se deteriora como aquellas acuñaciones del vellón de nuestro Siglo de Oro, que determinaron la corrupción moral generalizada, causa fundamental de la quiebra de un modelo capaz de llegar al confín del mundo, y en que menos de cien años se convirtió en el "hombre enfermo" de la Europa de entonces. Necesitamos un Quevedo y nos tenemos que contentar con “El Jueves”.

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