jueves, 19 de marzo de 2009

La Muela, la punta del iceberg

Sí se confirman los datos que han llevado a la edil de La Muela a su detención, con su entramado familiar, funcionarial y constructor, estamos ante el caso prototípico de la corrupción rampante y cutre. La misma de los "presuntos" alcalde de Alcaucín, alcaldes de Pozuelo o de Arganda del Rey, de tantos y tantos otros que han hecho de la política un negocio, o que vieron que el negocio estaba en la política. Palmeros tuvo el alcalde de Alcaucín, aplaudidores tendrá la alcaldesa de La Muela. El populismo no tiene fronteras y es el principal causante de la idiocia democrática.

Es cruda esa corrupción, una gangrena insoportable para el cuerpo social. Nos hace escépticos, cínicos en ocasiones, "sino se lo lleva ese, otro hubiera sido". Nos hace mas sectarios, con unos partidos políticos, todos con garbanzos negros en su filas, que no están dispuestos a buscar soluciones, sino a gritar el "y tú más".

Pero hay una corrupción soterrada, esas nueve partes del iceberg que permanecen invisibles. La corrupción de confundir lo público con lo privado. Del coche oficial. Del palco en los campos de fútbol. De la barrera en la plaza de toros. De los asesores sin medida. De los cargos de confianza saltándose todos los procesos de la función pública. De los viajes sin medida y sin utilidad. De las campañas publicitarias para vender humo. De los contratos a los amigos artistas. Todos podemos aportar un epígrafe a esta larga lista de la corrupción que solo sale en gastos de protocolo, capítulos de asesores y extras. Mandatos interminables, generacionales, sin cambio ni recambio, favorecedores de la creación de redes clientelares, de nepotismos sin fin, con finos canales de interrelación entre los público y lo privado para colocar a los "míos".

Hemos reproducido la sociedad barroca del fasto y del gasto, sin reflexionar sobre el profundo daño que ello hacía a la democracia, a la ética social, sin la cual la democracia es un Titanic condenada a encontrarse periódicamente con el zarpazo de la parte oculta del iceberg. Treinta años desde la Transición y mil escándalos, por lo que se ha pagado en términos electorales, por lo general, un precio demasiado bajo. "Regeneración democrática" suena a término viejo, casi noventayochista. Pero sigue siendo, desgraciadamente exigible en esta democracia enferma por la corrupción de los unos, y por la aceptación pasiva de los otros.

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