lunes, 30 de junio de 2008

LOS EXQUISITOS

Con sorpresa, encontré los nombres de GAMONEDA y de RAMONCÍN entre los firmantes del Manifiesto en defensa del español. Con menos sorpresa, he visto como han renegado de su apoyo, según se han ido adhiriéndose personas o entidades que no son de su agrado y que en su criterio "desvirtúan" el contenido, al que a pesar de todo consideran justificado. Así son los exquisitos.

Frecuentemente en un convite, no congenias con todos los comensales. Incluso puedes llegar a odiar a la manera africana ( sin ánimo xenófobo, llevado solo por la comprensión coloquial ), a alguno de los compañeros de mesa que se van adhiriendo cuando tú ya estás sentado. No te levantas y te largas por el mero hecho de que tengas que compartir mesa y mantel con quien te irrita. Por encima de la buena educación, está la finalidad del convite, la calidad de quien te ha invitado y más si éste tiene una loable finalidad. Y sí con ese objetivo estás de acuerdo, y existe un equilibrio entre los comensales, nadie se levanta de la mesa, excusando su huída en un malestar sobrevenido por la calidad de algunos invitados o por la escasa simpatía que os profesáis. Esto lo hace cualquier persona coherente, o que no debe escenificar su huída para que otro, ajeno al convite, se entere de su conducta.

Los exquisitos, viven en mundos impolutos como vírgenes de las que ya no existen. Firmar el Manifiesto se ha convertido en un horrible acto político; retirar la firma es un seráfico acto, carente de significado político. Los exquisitos, llevan unas raras gafas con las que solo ven la paja en el ojo de los otros y nunca la viga en la de sus suyos. El "hoy firmo; mañana retiro la firma....si mi dueño no está de acuerdo" debe convertirse en el nuevo pedigree para conocer a un exquisito.

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