jueves, 9 de junio de 2011

VENECIA, KILÓMETRO 0

No es que Gallardón haya decidido que un canal pase por la Puerta del Sol. Ni siquiera su megalomanía llega a tanto, aunque no se trata de darle ideas. Me viene la comparación de la relectura hace unos meses de "Historia de Venecia" del gran contador Norwich. Se pierde uno entre tantos dogos, intrigas, traiciones y conjuras, pero es una magnífica obra de divulgación histórica.También el recuerdo de aquel gran libro de Carlo María Cipolla sobre la degradación económica de los imperios, de los cuales el español y el veneciano son paradigma en la época moderna. Haciendo un excurso, recordar la magnífica "Teoría de la Estupidez", cuyas leyes podemos aplicar a nuestro entorno actual para nuestra consternación:

Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación
La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona
Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.


Sigamos. Venecia subsiste a su degradación como potencia en un largo período que alcanza la práctica totalidad del Siglo XVIII. Limitada por dos grandes Imperios, el Austrohúngaro y el Otomano; Italia fuera del marco internacional, desplazado hacia el Norte de Europa y la frontera del Rhin; cedido ya definitivamente el papel central que había tenido el Mediterráneo a otros mares y océanos, Venecia transita por una larga agonía viviendo un carnaval interminable, de mas de seis de duración cada año, aceptado su papel periférico, a la espera fatalista de la bota de Bonaparte, el Jano debelador de las libertad y el sembrador de la misma ( eso sí, sin quererlo ). Era evidente que la Serenísima moría, pero se divertía, perdía peso en el tablero internacional, pero lo ganaba en el campo del turismo, gracias a las estampas tan mentirosas como hábiles de Canaletto o Guardi y a su inclusión en el "grand tour" de quien quería ser algo en la emergente Ilustración del XVIII.
El km 0 de las Españas (sic) y sus múltiples raíces en "provincias", se ha convertido en la parodia de lo que fue, de un movimiento sin mas objetivo que mostrar el cabreo general como han demostrado los acontecimientos. Un carnaval que acabará por consución, o por la bota de algún antidisturbios, sin que quepa el sueño de una rebelión ciudadana. En suma, el carnaval ha servido para que nos enteremos quienes "estarían" en el km0, desde Rodríguez Zapatero a la multimillonaria Mera, pero sus responsabilidades o su artrosis se lo impiden. Los restos de esta izquierda desnortada que sufrimos, se ligan a la carnavalada del km 0, arrastrando su incapacidad para constituirse en fuente de futuro, como aquella Venecia que solo vivía para la máscara y la mentira. Hasta el bus turístico de Madrid hace parada en Sol, para que los guiris echen unas fotos a los indignados.
Los que amamos la Historia, sufrimos con un fin como el de la Serenísima, como el de Kakania, tan denostada como añorada. Los que hicimos de la izquierda un lugar, nos sentimos consternados ante el carnaval y sus comparsas, extendiendo el tiempo de la mascarada como aquel interminable Carnaval de Venecia. Y me temo que con el mismo final.

2 comentarios:

Espartaco dijo...

Tiene usted razón, que vas a comparar a esos chiquillos, hijos de la democracia que se han creído lo que les contábamos los mayores sobre sus bondades en casa y en la escuela, inocentes ellos, que protestan de forma pacífica y digna, llenos de colores, música y diversión con la dignidad que tiene una manifestación religiosa, pongamos por caso la del Corpus, con sus mantillas y pasos bien ornados.

Es una carnavalada, como bien dice usted. Lástima que muchos de esos jóvenes que han salido con buena voluntad se encontrarán con un desengaño, el primero y quizá por ello el más importante, el que más marque su futuro político, al ver que todas esas cosas que les han enseñado sobre la democracia y que estaban practicando son mentiras.

Y además lo bonito es que se enteran de que los demócratas, los de verdad, no ellos que son bufones, se ríen de sus aspiraciones por lo que es de esperar que reflexionen, no sólo sobre las mentiras del sistema sino sobre las formas de protesta que sirven de burla y mofa a demócratas sensatos y racionales como usted y la sra. Aguirre.

miguel angel de uña dijo...

Estimado Espartaco. La diferencia entre la Sra. Aguirre y mis planteamientos es que ella se ríe del nuevo fracaso de un izquierda desnortada. Yo sufro por ello. Ella tiene la falsa irritación que da el cinismo. Yo la irritación por el esfuerzo baldío.Creo que son diferencias sustanciales, que está enel ADN ideológico de cada uno y que dificilmente pueden cambiar. Criticar la realidad es de izquierdas, recuérdelo. Aunque sea la realidad de un presunta izquierda que ha alentado el movimiento y que ha acabado recibiendo el apoyo de Paris Hilton. ¿Le parece poco carnaval?. Un afectuoso y muy sincero saludo, a pesar de su agrio tono.