sábado, 9 de mayo de 2009

VASCAS Y VASCOS

La mayor parte de los comentaristas políticos que estos días han glosado los aconteceres vascos, han remarcado la mala educación de los peneuvistas , dedicados a no aplaudir al nuevo lehendakari, a levantarse con desgana, a marcharse sin tomar ni un canapé, etc, etc. Tengo dicho en algún anterior post, que los del PNV me parecían unos maleducados de libro de urbanidad de colegio de pago, cuando su Ibarreche de turno acudía siempre a la muletilla de "vascos y vascas", en una, tal vez legítima, venganza verbal contra el famoso y aceptado matriarcado euskaldún, algo más conformador de los hijos de Túbal, que el mismísimo Rh negativo. El cambio anunciado por el nuevo lehendakari Paquito López (no es peyorativo, acordarse de Guillermito - Bill - Clinton ), ha comenzado con poner las cosas en su sitio haciendo del orden un principio de urbanidad básico. No ha sido capaz de hablar en español correcto, "vascos", pero al menos ha cambiado el orden de la muletilla, "vascas y vascos", demostrativo de que el patriarcado es la norma entre los lópeces, incluído aquél López de Haro que se le ocurrió fundar Bilbao como buen - relativo- vasallo de la Corona de Castilla. Este cambio de precedencia, me parece esparanzador, sobre todo si a la vez se acompaña de una amnesia lacunar de algunos consejeros como Ares o como Gemma Zabaleta, de los que prefiero no tirar de hemeroteca ( sólo tres años y con los mismos actores políticos ), porque hasta las mejores familias tienen un muerto en el armario, como decía el putañero Simenon.
No es esperable que los cambios en el País Vasco se sucedan con rapidez obámica, porque no es solo la cuestión del poder formal, sino del desmantelamiento de todo el chiringuito creado por el PNV con su abundosa nomenklatura criada a los pechos de una generación de disfrute de poder. Y tengo la impresión de que hay demasiado respeto ante ese reto, no vaya a ser que Arzallus cumpla su amenaza de desenterrar la boina de Zumalacarregi y hacerse un lío entre el acendrado amor del navarro hacia España, no menor que su deseo de mantener los Fueros y la Religión. O que el asco de Anasagasti provoque una anorexia generalizada a los nacionalistas, que arruíne los famosos restaurantes de vascos a la misma velocidad que devuelven las visas a cuenta del presupuesto. O que decir Ibarreche, no nos lleve a la asociación inmediata con berrinche.
Esperanza es una bella palabra que empieza a fraguarse en el País Vasco con cambios léxicos. Sin Dios, pero con los antepasados. Sin Biblia, pero con un Estatuto revisable. Con "vascas y vascos" como una nueva muletilla que hace mas educada a su clase política. Molestar lo mínimo, y a pesar de ello los nacionalistas volcados en alimentar el rencor. Seguiremos esperando.

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