sábado, 22 de noviembre de 2008

EL GUIÓN

Como militante del PCE admiré al Santiago Carrillo de la clandestinidad. El eje de la política del PCE era la Reconciliación Nacional, obligada estación de encuentro que valdría para superar el drama de las dos Españas. La Ley de Amnistía y la Constitución, eran el corolario de los deseos de la mayor parte de los españoles, no para olvidar, sino para hacer que yo, comunista, no viera a un miembro de AP como un heredero directo de los fusiladores azules, y que él, derechista, no me viera a mí como un continuador de los fusiladores de las "sacas" de la Modelo. Creo que ese fue el esfuerzo que hicimos en aquel momento, y que logró consolidar una democracia sin odios, sin alusiones personales, en la esplendorosa - para la libertad - época de Suárez, y en parte fundamental del mandato de Felipe González, hasta que la falta de alternativa, dió lugar al "felipismo", y con el se alumbró al "doberman" y a otros polvos que ahora sufrimos en forma de lodos.

Carrillo fue una de las partes impulsoras de aquella política, y de ahí su peso durante la primera fase de la consolidación democrática. Ahora parece desdecirse de aquella forma de pensar y de actuar. Leo hoy su entrevista en la última de "El Mundo". Una parte significativa de la misma, se dedica a borrar aquello que forjó el esqueleto de la lucha del PCE en la clandestinidad de los setenta, y que le dio el papel preponderante entre los movimientos antifranquistas( desgraciadamente tan escasos, pero eso sí se quiere olvidar ). Nuevamente la equiparación del PP con el franquismo, como eje del discurso. otra vez el anticlericalismo, envuelto en el amable papel coloreado del laicismo. Para colmo, una frase que simplemente me deja helado. "no me arrepiento de nada, porque el arrepentimiento es una noción religiosa y yo soy ateo". Sería perfecta para la boca de lo que coloquialmente conocemos como un "psicópata". La noción de la culpa, no puede ligarse sólo a la noción religiosa de la vida, es una vivencia humana tan necesaria como el amor, como el odio, o como la alegría. No voy a remontarme a la Guerra Civil. Yo que él, sí me arrepentiría de su apoyo -hasta el último momento - a Ceaucescu, de los favores que de él recibió, o de aquellos elogios insertados en "Mundo Obrero" ( cuando era diario incluso ) al sátrapa coreano del momento.

Aquél admirable político, protagonista de su tiempo, se ha convertido hoy en un extra más, siguiendo el guión obligado de lo "políticamente correcto", del mensaje - eco que exige la coreografía del momento, movilizando jueces, artistas, políticos de papel couché (Cristina como "chica de la gasolina" verbal ). Seguro que no es causa de la vejez, sino de su oportunismo, del cinismo que aporta a veces la supervivencia, el mismo que le permitió pasar del estalinismo al eurocomunismo sin culpa por lo hecho, pero sobre todo por lo callado. Creo que fue Semprún el que le calificó de "Maquiavelo de aldea", cuando le teníamos por una lumbrera política. Entonces no supe darle la razón, incluso cuando, seguro por una euforia impostada, le pedí el 13 de Junio de 1977, que dejara paso a otros que vieran la realidad con otros ojos que los del exilio.

No olvidar, conocer la identidad de los que siguen en las fosas del oprobio ( de "hunos y de otros" ), reparar las injusticias, sacar a la luz histórica la identidad de los verdugos... no podemos oponernos a eso. Hacerlo es perder dignidad, y no es una cuestión de izquierdas o de derechas. Seguir viendo a la luz de aquella experiencia a nuestros adversarios políticos, es después de 30 años de régimen constitucional, una bajeza, una inmoralidad incluso. Yo sí me creí la Ley de Amnistía, y me niego a mirar al otro como hijo o nieto de verdugos ( mi bisabuelo muerto en la cárcel de Porlier en 1943, más de hambre que otra cosa ), como yo espero que me miren a mí, bisnieto y nieto de dos comunistas en el Madrid de 1936. No es tan difícil, salvo que se espere algo para seguir manteniendo el eco.

1 comentario:

Espartaco dijo...

Carrillo, como tantos otros han entrado en nómina del PSOE y su entorno, PRISA, y todo eso. No cuestionan nada pero para mantener su barniz izquierdista recuperan fantasmas del pasado (aunque algunos no son fantasmas, están todavía vivos) y los sacan a pasear para sentirse reconfortados y reconocidos. Yo siempre pensé que la izquierda era algo más.

Por lo demás, totalmente de acuerdo con el tema del arrepentimiento tal como lo expresas. Y es que ese anticlericalismo de postín le lleva a decir barbaridades de ese jaez.

Pero lo más fascinante es que ondée la bandera del anticlericalismo en las sedes del PSOE y mantengan la religión en las escuelas, por poner un ejemplo. Fascinante.