martes, 9 de septiembre de 2008

SIN ENMIENDA

El final del verano nos ha traído el temido mas de lo mismo, en este caso la componenda entre los partidos políticos hegemónicos, para seguir haciendo de la Justicia el coto cerrado donde paste con tranquilidad la casta política. Como sucede con los nacionalismos que toman la parte por el todo, habrá que decir lo mismo, la Justicia no es una pena, los políticos hacen de la Justicia una pena. Se olvida cualquier compromiso ético, para hacer del pasteleo el único proyecto común, que tiene como objeto la superviviencia de una casta dispuesta a cualquier amnesia o traición a sus palabras, para seguir comandando la nave del Estado con los mínimos sobresaltos. No es que los cerebros de nuestros partidos politicos hayan enterrado a Montesquieu, es que pretenden hacernos creer que fue un personaje novlesco, protagonista de alguna de aquellas utopías de las que se alimentó su convulso tiempo, digno por tanto como personaje de ficción, pero en ningún caso instrumento de referencia en la práctica política.

Un motivo más, para hacer de la regeneración democrática el eje del discurso político, mas preciso que nunca de un referente moral que actue mas allá de la conveniencia táctica para asegurar un futuro que una vez haga del personaje de Lampedusa el oráculo de todo político que se precie.

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