martes, 22 de enero de 2008

JOAN OLIVER. LA VUELTA A LA TRIBU

Todos tenemos algo de tribales. Es difícil quitarse de encima cuatro millones de años de evolución. La mayor parte de ellos empeñados en hacernos un hueco en una horda, en una tribu. Para lo cual era necesario acabar si era posible con el grupo tribal fronterizo que amenazaba los escasos condumios del homo en sus diferentes pasos evolutivos. La civilización significó pasar de la eliminación física a la ridiculización. Los franceses se mofan de los "quijotes" españoles; los ingleses de los franceses "comedores de caracoles"; los portugueses afirman que de "Espanha ni bon vento ni bon casamento". Y así hasta el infinito. Sabemos como los de un pueblo insultan a los del pueblo vecino. El que no es ladrón, es putero, y el que no cochino....
Pero la época de los "caracteres nacionales" parecía haberse borrado entre las clases cultivadas, con buena formación intelectual, visto el resultado que tales entelequias habían producido en un pasado no tan remoto, del que todavía somos hijos. Joan Oliver, expresidente de la TV catalana, imagino que un señor universitario, seguro que con algún MBA en su curriculum, ha dicho en la radio pública catalana lo siguiente de los españoles y reproduzco lo que dicen varios medios :"... valoremos un poco la competencia técnica, la inteligencia, el trabajo y el esfuerzo, porque los españoles son españoles y son chorizos, por el hecho de ser españoles, desde mi humilde punto de vista...", además de otras lindezas en las que los aragoneses no quedan muy bien parados por aquello de ser turolense Pizarro. "Chorizo", modo vulgar de llamar ladrón, mangante, mentecato, ratero...pero añadiendo el tono cutre y ramplón del aludido. Joan Oliver, universitario, con idiomas, viajado, seguro que master de alguna prestigiosa escuela de negocios, miembro tal vez del Club de Polo, hijo dilecto de la Çeba, nos dice claramente lo que nos espera en la Arcadia Catalonia a los que hemos decidido seguir siendo españoles. No quiero exagerar pero nadie creía que el apelativo de piojos, ratas, insectos que los nacionalistas alemanes estaban dando a los judíos iban a acabar en un manto de cenizas que hizo al mundo irrespirable. Y no hablo de Hitler, hablo por ejemplo de Karl Lueger, el "bello Carlos", burgomestre de Viena, patrón del antisemitismo, que seguramente se hubiera horrorizado de Treblinka, pero no de la "Noche de los cristales rotos", donde no todo empezó. Tiene placa y estatua en Viena.
Joan Oliver demuestra ser un un miembro adelantado de la tribu, el vocero intelectual que algún día fue "el bello Carlos". Quien le entrevistaba le dejó seguir la perorata despues de su aseveración. No veo en los medios digitales catalanes ni siquiera recogida la noticia, ni una crítica, ni una corrección. Como la mayor parte de la prensa vienesa, que no acalló los sarcasmos antisemitas de Lueger. Alguién, lo ví este otoño, había manchado la placa de reconocimiento a Lueger, un punto de decencia..pero allí sigue. Como seguramente Joan Oliver seguirá haciendo entrevistas, jugando al golf en su club de siempre y recibirá miradas cómplices de los que como él, han decidido volver a la tribu.

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