jueves, 18 de noviembre de 2010

EL CASO SOSTRES

Sostres es un perfecto mentecato, en el sentido que siempre he sostenido en este blog, cuando habla de su ser nacionalista e independentista catalán. Utiliza palabras gruesas, escasas razones y justificaciones reconocidamente falsas para avalar sus criterios para defender la independencia de Cataluña. En otros campos, Sostres es rico, presume de ello, y actúa con la envidable libertad que da la riqueza, solo comparable con la que dan la edad y la locura. Me gusta su ironía, su capacidad de ver la indigencia intelectual de nuestra casta política, sigo sus indicaciones sobre los buenos y variados restaurantes barceloneses. Se puede estar en desacuerdo con él,pero no se le puede negar el encanto del enfant terrible que le gusta protagonizar. Seguro que en la distancia corta no es tan ácido, ni tan atrevido, pero una vez instalado en un rol a cualquier sujeto se le hace difícil salir de él, si quiere conservar su credibilidad. Tal vez la ironía, o su desvergüenza, le ha gastado una mala pasada en una conversación privada, recalco privada, en un receso tertuliano.

Leo la crónica de "El País" y advierto tras el montaje - no queda claro de forma meridiana el contexto en que se produjo la situación -, la inquina contra un personaje que es capaz de reírse del rey desnudo que la grey de ese periódico se niega a ver con tanta frecuencia. Hay otro artículo en el mismo periódico de hoy que redunda en el creciente deterioro del sectarismo que nos anima como sociedad: habla de la crisis del Sahara y de las relaciones con Marruecos. Llama a Aznar "africanista" entre otras lindezas, pero no dice esta boca es mía de la provocación del sultán al ocupar el islote de Perejil. Se puede estar en desacuerdo con el personaje, con la petulante intervención ante las Cortes del ministro Trillo, pero nos se puede faltar a la verdad ocultando la responsabilidad de un protagonista fundamental en la trama. El caso Sostres, lo hubiera sido con razón si "El País" hubiera hecho picadillo del personaje cuando escribía sus insultantes y xenófobas crónicas en "Avui". Pero entonces no era procedente porque era de los nuestros. Ahora, descubierto como un adalid de la derecha, por rico, por provocador, por ir a contra corriente de lo políticamente correcto, se utiliza una conversación privada para crear un caso que salpique sobre todo a Esperanza Aguirre. Y no siempre el Pisuerga pasa por Valladolid.

2 comentarios:

Espartaco dijo...

El tipo es impresentable en su "conversación privada".

Si yo fuese quien tuviese que solicitar su "docta opinión" para una tertulia pública y conociese en conversación privada el fondo de ese personaje (tanto da que sea personaje en su opinión o persona, más bien me inclino por lo contrario dado que la conversación era "privada") no tendría ninguna duda: jamás volvería a compartir espacio conmigo.

Cada cual puede tener sus opiniones sobre la vida pública, sobre política, sobre el modelo de España... pero ¿dar espacio a la opinión de un cerdo?

Creo que quien debería cuestionarse su papel no es tanto Sostres como Isabel Sansebastián.

miguel angel de uña dijo...

Estimado Espartaco. Vuelvo a invitarle a leer el libro que sobre los intelectuales, escribió P. Jhonson. Sí tuvíeramos en cuenta su categoría moral, la mayor parte de la literatura, la ciencia, el arte, la filosofía, etc, etc...no estaría en los anaqueles de nuestras bibliotecas.
Pero yo sobre todo discutía sobre la utilización de una conversación privada para crear un "caso". Y sí, estoy de acuerdo en que conocidas las opiniones de un tertuliano,públicas o privadas, y sí éstas me resultaran inmorales no le invitaría nunca más a mi programa. Un saludo