lunes, 22 de noviembre de 2010

EL GOBIERNO TIENE RAZÓN: ESPAÑA NO ES IRLANDA

Por una vez y sin que sirva de precedente, el Gobierno tiene razón al negar con rumiativa insistencia la ligazón entre las economías de Irlanda y España. Aquellos tiempos de Colegio de los Irlandeses en Salamanca y en Madrid, de los planes de castigar a la hereje Inglaterra, desembarcando en la católica Irlanda... ¡ay ! aquellos tiempos, no totalmente periclitados de considerar que el IRA y la ETA eran "procesos" similares....todo aquel idilio ha sido negado con la rotundidad de la repetición ad nauseam, España no es Irlanda. Y hay que darles la razón. El primer ministro irlandés dimite cuando se ve cuestionado por sus aliados. Aquí el PNV, siguiendo su viejo proyecto de "cuanto peor, mejor" siguen poniendo la alcuza para rapiñar lo que vaya cayendo, mientras apuntalan unos meses al faro de occidente, al hombre que hoy promete un millón de puestos de trabajo ( eso sí "sostenibles" ) y mañana nos jura duelos y quebrantos. Sin desdibujar la sonrisa. A los funcionarios irlandeses se les prometen despidos, rebaja de sueldos...a la sociedad irlandesa, volver a los tiempos de la emigración de la patata, despues de haber tocado el paraíso. A nuestros funcionarios les tocará pagar el pato de eso tan etéreo del diferencial de prima, como a nuestros pensionistas, como a nuestros parados. En eso acabarán siendo iguales los irlandeses y los españoles, rezando a los mismos santos y blasfemando como parte de la liturgia sociológica que comparten ambos pueblos. También les correrá parejo a los banqueros irlandeses y a los banqueros españoles. Pero en lo que se refiere al Gobierno, es evidente que España no es Irlanda. ¡ Qué lástima !

1 comentario:

Espartaco dijo...

Ni Irlanda es Grecia. O al menos eso decían los gurús de la economía liberal: no hay corrupción, las cuentas estaban equilibradas, el peso del sector público no tenía comparación, los impuestos menos de la mitad...

Irlanda era el paraiso, el ejemplo, el espejo en que debíamos mirarnos.

Pero el camino, siendo tan distintos, es parejo. ¿De verdad eran tan distintos?