viernes, 23 de abril de 2010

MIRANDO A BÉLGICA ( CON PAVOR )

Los nacionalsitas flamencos, han decidio que el territorio está por encima de las personas. ¿ Y que decir de la lengua ?. Una frontera delimita derechos inalienables como si el mismo Felipe el Hermoso siguiera dominando a través de las nieblas bruselenses. Bélgica comienza a ser un país fallido, por un "ADN lingüístico" que sirve para definir derechos. Volveré sobre el tema, porque el pavor a que la pesadilla belga sea nuestro horizonte onírico comienza a ser real.

3 comentarios:

Javier Montabes dijo...

He estado varias veces en Bélgica por motivos de trabajo. He visto, en alguna empresa, como se comunicaban entre belgas en inglés para no utilizar el francés o el flamenco. El nivel de estupidez al que se puede llegar en el nacionalismo es....

Espartaco dijo...

¿De veras creen ustedes que lo que pasa en Bélgica es tan sólo un problema lingüístico? ¿No hay otras causas históricas de otro tipo (socioeconómico, religioso...)

Me parece un análisis excesivamente pobre, esperaba algo más.

miguel angel de uña dijo...

Estimado Espartaco. No conozco lo suficiente sobre la historia de Bélgica como para dar una contestación todo lo objetiva que me gustaría. Pero con lo que he leído, creo que puedo dar una opinión sobre lo que sucede. En su conformación, Bélgica nació por el deseo de Francia y por la no oposición de Inglaterra, y en base a la identidad católica de ambas zonas, flamenca y valona, aplastadas por el poder holandés que nació del Congreso de Viena. Los levantamientos antiholandeses fueron tanto en Amberes ( la Antwuerpen flamenca), como en las francófonas Bruselas o Lieja. De forma casi inmediata a su conformación se produjo una aceleración de la economía belga basada en el carbón y el acero de su zona valona, y de la pujanza del puerto de Amberes. Es evidente que en ese primer momento la hegemonía valona se basaba en la economía mas avanzada y en el poder ( siglo XIX ) del francés como lengua que se impuso en la Corte y en las instituciones.Tampoco parece que la zona flamenca se beneficiara demasiado de la colonización salvaje de Leopolodo II en el Congo. Esto no fue olvidado por el naciente nacionalismo flamenco que comenzó a organizarse a finales del siglo XIX, articulándose como todos los nacionalismos finiseculares: lengua y opresión, real en algunos casos ( búlgaros o eslovacos ), pretendido en otros ( vascos o catalanes ). Un momento complejo para Bélgica fue la I Guerra Mundial. Mientras una parte muy significativa del país luchaba contra los invasores alemanes, una parte importante de la población flamenca contemporizaba con los alemanes, que montaron un movimiento secesionista flamenco ( leáse "Invasión" de un autor ya olvidado Maxance Van der Meesch ). Esta situación envenenó las relaciones entre ambas comunidades, incrementando la hegemonía flamenca al final de la guerra. La II Guerra Mundial vino a crear mas dificultades entre valones y flamencos, cuando muchos de éstos vieron con simpatía la ocupación nazi. A la vez que una parte importante de los valones, en torno al movimiento rexista con Leon Degrelle a la cabeza, luchaba a la vez por una Bélgica unida y fascista. La convivencia en Bélgica se ha ido deteriorando desde el final de la II Guerra Civil. La decadencia económica de la zona valona, y el auge económico y demográfico de la zona flamenca, ha llevado a una situación de confrontación qué, desde mi punto de vista, no tiene solución. Una confrontación que solo se basa en la lengua, en la incapacidad de los francófonos para aprender neerlandés, y del creciente desprecio de los flamencos por el francés que podría darles una mas fácil comprensión con sus vecinos valones. Han construído un territorio cercado por la identificación lingüística, donde los partidos solo se pueden presentar en base a su entidad lingüística. Un teritorio cerrado, tan estanco como un telón de acero de la lengua, indiferente a los individuos que lo habitan. La amenaza contínua a la secesión, su peso económico y demográfico, ha hecho de los partidos flamencos la espada de Damocles sobre un país tan antiguo como la idea de Europa, pero fracasado como nación cuando la lengua vino a añadir veneno a sus orígenes y desarrollo poco democrático ( pero hay que ponerlo en un contexto ).