"YO NO"

Entre la literatura generada en torno al III Reich, dos puntos de referencia para mí, descubiertos demasíado tardíamente, son Victor Klemperer y Joachim Fest. Dos muestras de valor cívico en medio de tanta miseria ética, el problema para mí de una sociedad ( nacionalista hay que adjetivar )que inclusive es mayor pecado que las brutalidades cometidas por una parte, no desdeñable, de esa sociedad. Fest habla en su libro "Yo no" de la valentía de su familia para oponerse al régimen, de cómo fue posible y de cómo su aislamiento,su ejemplo casi único, es lo que explica lo sucedido. No dejo de hacerme la misma reflexión con respecto al porqué el franquismo duró 40 largos y pesados años, cuarenta años de piedra que dijo el poeta, por la vergonzante pereza de una sociedad agradecida y cobarde, mitad por mitad.Ahora, tiempos de memoria histórica, todos fuímos valientes, pero recordando que a moro muerto, gran lanzada.

Prólogo a la decisión de TOMÁS GÓMEZ de decir "yo no" al gran timonel que dice el impagable Anson. Sé que no son cosas comparables a la decisión de la familia de Fest, pero los aparatos de los partidos tienen ese deje predemocrático que conllevan los liderazgos fuertes, de caudillos electorales que cifran toda la acción en las encuestas, y toda la información en lo que le dicen sus gabinetes de prensa o sus asesores aúlicos. Tomás Gómez se ha convertido en un héroe democrático, cuando tendría que ser un candidato más en la normalidad de la democracia que debe regir la vida de una partido político del siglo XXI. Dar el calificativo de héroe a quien es capaz de enfrentarse a la todopoderosa presión del jefe de filas, es la mejor lección que un hombre común podía darnos a todos los que pugnamos por un funcionamiento menos dirigista, con menos caudillaje en los partidos políticos. Me temo cual será el resultado de las primarias de Madrid, con todo el orgullo de Rodríguez Zapatero y de Pepiño, empeñados en resolver el error "Gómez", que además les estropea una buena excusa para hacer una crisis de Gobierno. Un hombre común al que dar las gracias en bien de esta democracia tan deteriorada.